HELLO! IT'S ME, SOPHIE AGAIN XD
Okey, ésta vez, Nina no pudo estar con nosotros porque... No sé, creo que estuvo ocupada hasta tarde con un fic nuevo que está haciendo sobre dos tipos que no se qué y bla bla(?)Bryant: APÚRATE Y PRESENTA EL MALDITO CAPÍTULO, ME ESTOY MIANDO
Ya pues ya D:< (?) En fin, como siempre, les decimos que aquí está el capítulo de hoy n3n, esperemos les agrade y WARNING! CONTIENE ESCENAS HORRORÍFICAS Y LLENAS DE VOMITOOOOO!!!Tecno: Mentirosa, tiene puro romance ¬_¬
a eso me refiero, LUL xD. Ahora sí, nos vemos :D
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- P.O.V: Normal
- Hora: 6:10 p.m.
- Lugar: Cabina de Lucían, Aeronave #325
Silver había caído hace ya unos minutos, rápidamente la gata lila, el azabache y las dos jovenes de verde y gris lo llevaron a una cabina que etsaba cerca, respectivamente en donde estaba Lucían, quien atendió al erizo plateado y descubrió el origen de su desmayo.
–¿Qué es, Lucy? –preguntó Blaze lo suficientemente preocupada por su compañero. Era de admitir que estaba asustada.– Dime que no es grave...
–No lo es, Blaze –musitó la rubia de orbes carmesís. Planteó su mano en la frente del erizo sin botines que ahora estaba acostado en el sillón de terciopelo de la cabina, boca arriba y con un paño en la frente. Sudaba a chorros y una venda se posaba cerca de su brazo.– Pero si se desangró.
–Osea que, es una herida? –preguntó la grisácea. Melii se acercó a Silver y le tomó la temperatura.– ¿Y aparte tiene fiebre?
–Dime que anteriormente no estuvo afuera en la noche como estúpido. –reclamó Lucían mientras veía a Melii.
–Pueeeesss –le susurró la de verde. Diana se pegó un facepalm y Blaze frunció el ceño.– Es que estaba lo suficientemente triste como para tratar su herida, y no quiso que le curara.
–Ahora entiendo –musitó Blaze. Diana la miró con algo de nerviosismo y Shadow suspiró.– ¿Qué?
–No puedo entender cómo eres de egoísta, Blaze –le respondió el azabache. Blaze quedó confundida con su acusación y se levantó de donde estaba, acercándosele.– Silver estaba triste por ti, porque no le dijiste nada durante el día de antier y hoy.
–Le dije que no quería nada con él por el momento, no es mí culpa que no me haya platicado algo referente a "eso".
–Blaze... –susurró Lucían. Diana le tomó del hombro y le negó con la cabeza.
–Escuchen: Silver es mi mejor amigo, no quiero perderlo otra vez, no quiero que se distancié de mí, tampoco quiero sufrir por él. Es la persona en la que más he confiado, y no es mi culpa si él llegó a pasar la línea de "Amistad y Amor", porque yo sinceramente, no puedo con eso en estos momentos.
–¿Y por qué lo dices hasta ahora, pequeña cat? –le preguntó Melii a la gata. Blaze le miró con un gesto de sorpresa y miró el suelo.– Si tanto quieres a Silver, debiste decirle con tiempo y las cosas no hubieran pasado así...
–La verdad, si yo fuera tú... Le diría lo que pienso al estúpido éste... Y no me quiero meter porque sé que las cosas no son fáciles a partir de ahora.
Los chicos se quedaron en silencio. Shadow miró a la gata, quien sólo tenía la mirada baja y llena de confusión, tal vez estaba pensando las cosas...
Respiró y dio un respingo, levantándose del sillón donde estaba y sacó su celular al oír el tintineo de éste. La grisácea la miró con cara de sorpresa y la verde con confusión. Shadow no se inmutó a mirarla.
–¿Qué pasó, Lucy? –preguntó Diana.
–Yo... Recibí un mensaje de Sophie.
Se sentía algo aliviada, pensaba que su vida acabaría en cualquier momento si se le veía bien, pues tenía el estómago enredado y sentía sus emociones hechas trizas... Le dolía saber que la pequeña de púrpura estaba encerrada en algún lugar, lejos de ella y que su hermano estaba metido en alguna celda o peor, le estaban haciendo cosas que ningún ser podría llegar a hacer... ¡Le daba miedo!
Se quedaron callados, el de azabache rápidamente le quitó el celular a la joven rubia que sólo cayó hacia atrás. Melii la ayudó a levantarse y Diana miró a Shadow con algo de resignación.
–Blaze... –susurró Shadow. La gata lo miró con seriedad.– Quédate con Silver.
–De acuerdo. –musitó seria la joven. Diana y Melii se miraron con asustadas.
–Ustedes dos, par de idiotas... –nuevamente les dijo Dark a las jovenes que se miraban, éstas reaccionaron y lo miraron.– Vengan conmigo, y Lucían, ayúdame con Knuckles...
–¿Para qué con Knuckles?
–Se hizo del uno hace rato y digamos que no tiene pantalones nuevos.
–Iugh... –susurraron al unisono las chicas (a excepción de Blaze) que se miraron y se tomaron las manos.
–¡Pero vamos que no tenemos tiempo!
Y seguido, Shadow, Diana, Melii y Lucían se encaminaron a la cabina principal, dejando a la gata sola con la presencia del plateado que seguía sudando a temperatura alta, poca sangre se derramaba de su brazo y jadeaba un poco.
Blaze se sentía entre molesta y preocupada, admitía que aquel imbécil le preocupada demasiado como para que muriera, y sentía desfallecer en cuanto lo vio caer al suelo hace unos minutos... El tiempo corría y ellos no había ni traspasado ni tres millas de distancia de donde estaban hacia el Bosque de Burgo. Se lamió los labios y suspiró, acercándose al desmayado.
Ciertamente, parecía aquella escena del beso que había hecho en la obra que protagonizaron en la Secundaria, un vago recuerdo que le había llegado en la mente a la de lila. Rió en un susurro, lo recordaba perfectamente: Ella vestida de un príncipe apuesto con barba pequeña y aquella Boina francésa que le hacía lucir muy linda, hincada de rodillas enfrente de una cama, con cierto chico plateado vestido con una bata color rosada y una coronilla de flores en su cabeza de marihuana, con sus ojos cerrados y sonriendo.
Efectivamente, hacían la obra de "La Bella Durmiente".
Salió de aquel recuerdo, suspiró al ver al joven en la misma pose, exceptuando su cara enrojecida y su sudor de agotamiento, se le veía que hacía fuerza como para mantenerse calmado. Jadeaba y el paño en su frente no era de mucha ayuda, pues su piel se sentía igual de caliente.
–Silver... –susurró.– Tal ves no me escuches... Pero necesito decirte algo...
Y se acercó a él, aún hincada en aquella posee. Le quitó el paño mientras se mordía los labios como para mantener la respiración. Posó su mano sobre la del plateado y cayó en cuenta que el chico no estaba consiente de lo que hacía, porque jadeó soltó un quejido.
–Blaze... –titubeó.
La gata se quedó muda, manteniendo la respiración y acercó su cara a la del erizo. Tomándolo por la cara y acercando sus labios.
Fue cuando lo besó, lo besó como si de una pequeña flor se tratase, con una delicadeza vista por dioses y enorgullecida por cupido. Se mantuvo firme, con la respiración cortada y el erizo apretando su mano. Ya al separarse, dejó salir un grito ahogado y contuvo algo de oxígeno en sus pulmones, mientras veía al chico que sólo jadeó y entre abrió sus ojos, más la miró y pequeñas lágrimas salieron de sus orbes miel.
–Silver... –volvió a repetir.– Me gustas.
Y fue cuando el erizo se quedó helado, con la boca entreabierta y los pensamientos en blanco, se le revolvía el estómago y sólo podía mirar aquellos ojazos miel que la gata se cargaba. Tal vez no era la escena más romántica porque sentía un dolor punzante en su brazo, o porque sentía que se moría por aquella fiebre alta que llevaba, pero ver a Blaze en aquella posee tan hermosa para su vista y decirle aquellas palabras le alegraban algo de la poca felicidad que llevaba consigo hace momentos.
Tragó saliva fuerte y se levantó de golpe. Miró a la gata que, confundida, titubeó.
–Blaze, tú también me gustas.
Algo en ella se quedó paralizado, sentía algo punzante por el lado de su corazón, con fuerza. Su estómago dio vueltas, sus mejillas se enrojecieron como la piel colorada de Knuckles, y unas ligeras lágrimas cristalinas salieron de sus ojos. Se mordió un labio mirando el suelo.
Aquellas palabras le habían alegrado, le habían aliviado.
Rápidamente se levantó y se abalanzó sobre el erizo, abrazándolo y llorando en su hombro mientras el joven confundido, la abrazaba más fuerte, acariciándole la cabeza y susurrando en su oreja algunas cosas.
–Perdóname, Blaze. –retomó Silver. La joven levantó su oreja para escucharlo más.– Debí pensar las cosas antes de decírtelas, y es que la verdad siempre me has gustado... Siempre he estado enamorado de ti, siempre he pensando en ti como alguien más, siempre te apoyé, siempre te busqué... Y cuando te perdí por algo que dije, me quise morir.
–Cállate –le dijo mientras lloriqueaba en silencio. Silver la siguió abrazando y se acomodó en el sillón, con Blaze sobre las piernas.– La culpa, por más que me duela decirlo, es mía. Tu no me hiciste nada para tener que dejarte de hablar, es sólo que muchísimas cosas se metieron en mi mente y, por más sorprendido que estés, me asusté.
–¿P–Pero cómo? –susurró Silver.– ¡Si eres la chica más valiente que he conocido!
–Mira, Silver... –respondió. Tomó aire y se agarró a él con más fuerza.– No tengo experiencia en el amor, yo no sé que se siente estar enamorado toda tu vida por alguien, nunca me enseñaron a amar a alguien además de mí pueblo y mi familia, jamás pensé en algo así, nunca tomé importancia a ello... Y ahora que lo veo, creo que es muy necesario en la vida...
–Blaze... –ésta vez, Silver separó a la gata que con sus lágrimas, sollozó.– La gente necesita el amor que cree merecer.
–Cálmate, Shakespare. –rió levemente la gata. Silver sonrió y le limpió las lágrimas con su mano.
–¡Pero es verdad! Todos necesitan amor alguna vez, Blaze... Hasta Diana. –y finalmente, Blaze miró a otro lado.– Ahora que sabes qué se siente... ¿Quieres empezar de nuevo?
–¿A qué te refieres?
–Digo que, si quieres nuevamente empezar desde cero. –y acercó su mano, dándole un apretón.– Hola, mi nombre es Silver.
Blaze, confusa, sólo prosiguió a sonreír y responder el apretón de manos que había hecho con el plateado. Asintió.
–Hola, Silver. Mi nombre, es Blaze.
–Un gusto, querida gatita de porcelana.
–El gusto es mío, querido cabeza de marihuana.
–OYE, AÚN NO EMPEZAMOS CON LOS APODOS BIZARROS
–Sí, sí... –susurró la joven. No fue por más de 5 segundos en los que se dio cuenta en la pose que estaba con el chico, quien se movió un poco para acomodarse.
Se quitó de encima y miró a otro lado, ligeramente sonrojada.
–Entonces... –volvió a repetir.– ¿Todo bien?
–Everything's gonna be alright –cantó Silver mientras la miraba con una sonrisa cálida, la joven sonrió.– Pero si me duele un poco el brazo...
–Recuéstate, te traeré algún jugo y no salgas, entre menos te muevas estarás mejor...
–Gracias.
Estaba a punto de salir, hasta que el de cabeza de marihuana la tomó de la mano, jalándola. Blaze lo miró con un gesto confuso y fue cuando reaccionó. Silver estaba mordiéndose un labio, suprimiendo las ganas de decirle algo.
–Blaze...
–¿Qué?
–Te amo.
Y fue cuando se sorprendió, se mordió un labio y miró a otro lado con un ligero puchero y la cara fruncida.
–Y–Yo también... –respondió entre avergonzada y nerviosa.– ¡Pero eso no quiere decir que de ahora en adelante estarmos así
Salió corriendo de la habitación al mirar que el erizo rió de una manera bastante sensual a su parecer.
¿Qué le estaba pasando? Ah, sí, el enamoramiento.
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Su estómago rugía, no había comida nada en lo que restaba del día y sólo se proponía a mirar aquel cielo fúnebre de color carmesí espeso. Las nubes negras lo hacían lucir bastante terrorífico y el pasto quebradizo y seco le rasgaba la piel, se rascaba a cada rato y sollozaba, mirando hacia los lados algo nerviosa, esperando ayuda.
Pero nadie acudía, ella lo sabía bien, tomó una parte de su cabello púrpura y se dedicó a mirar las mechas de colores océano y rosado en las puntas, suspiró recordando aquel sentimiento tan cálido que llegaba a ella cuando veía a sus padres juntos, oh bueno, la última vez que los llegó a ver juntos. Tomó su collar dorado, ese que colgaba en su cuello y se detuvo a admirar el dije, el cual constaba de un cuarzo color rosa con forma de corazón que su padrino le había dado.
No podía creer lo que pensaba, creía que moriría en cualquier momento, el jadeo y la respiración entrecortada no la dejaba proseguir para pensar, se tocó la espalda por lo bajo para que nadie de los cuerpos la viera, y ahí fue cuando se asustó. Un líquido negro, no, no carmesí como la sangre, era negro como lo vinario, como el propio pelaje de Bryant, sí, negro, aquel negro que yacía en su mano de forma espesa, parecida a las sangre que le derramaba por la frente.
Hace un rato la habían separado de su primo, sólo recordaba que la habían golpeado y estrellado contra un muro, y que ahí fue cuando se encajó una pequeña piedra que sobresalía de dicha pared. Tal vez era eso, tal vez por eso sangraba de aquella forma.
Giró hacia la derecha, queriéndose levantar mas no lo logró. Cayó hacia atrás, sobre su propia espalda y encajando más aquella piedra, gritó. Se movió un poco jadeando y mirando desesperadamente el cielo. Sintió un punzante dolor en la espalda y por lo bajo de éste.
Definitivamente le habían hecho algo.
–Feeling super super suicidal... –cantó a lo bajo.
Se mantuvo quieta, respirando. Sólo se oían las explosiones en la ciudad que a lo lejos estaba en la misma Isla flotante, sintió como si alguien la estuviera viendo.
–Hey... –le susurró una joven exactamente igual a ella, exceptuando que sus orbes eran miel.– ¿Quién eres?
Y se quedó callada, la otra joven esperando una respuesta, entrecerró sus ojos con un gesto molesto y se acercó más a ella, ayudándole a levantarse. La tomó por el brazo y la condujo hasta un pequeño camino de tierra que se hizo conforme caminaban. Más tarde de eso, la joven de miel se dirigió hasta la entrada al Bosque que, con sus árboles secos, hizo una entrada especial por donde pasaron.
El ambiente fúnebre y pesado le corcomía el oxígeno, se sentía pesada y con la herida que tenía era horrible caminar, no sentía casi las piernas.
–¿Te duele mucho? Descuida, te ayudaré. –susurró nuevamente la joven.
Sophie se fijó en algo: La joven se parecía bastante a ella físicamente, más parecía como si su actitud fuera más madura que ella. Estaba descalza y vestía con una bata hasta sus muslos de color blanca, con su cabello largo y esa mirada seria fulminante como la nocheósfera.
La joven la tomó de la mano y apoyándola en su hombro, entraron por uno de los árboles.
–Por favor, fíjate por donde caminas, hay rocas y puedes tropezarte.
Y caminó por donde le dijo, aún conduciéndola con su mano agarrada.
La joven se adelantó unos pasos hasta llegar a un pasillo de color café madera, una luz a lo lejos le tintineaba y entrecerró sus ojos, mordiéndose un labio.
–Entra y acomódate en el sillón, iré por unas cosas y pronto te curaré. Sigue, así, vas bien. Al entrar, por favor quítate ese collar.
Y se quedó confundida, mas no dio importancia y siguió caminando.
La joven desapareció entre la oscuridad al final del pasillo, y el aire sólo corría. Sophie se quedó paralizada al sentir otro punzante dolor, ésta vez en su brazo, caminó más deprisa hasta el corredor de luz donde entró y se sorprendió al tener una vista cálida: Una habitación.
Dicha habitación tenía un sillón café, con cojines de color rojos, naranjas y verdes oliva, un tapete color amarillo y las paredes eran de color café madera, pero de esa cobertura de los árboles. Había hojas otoñales regadas por el piso, y una cama cerca de una esquina, bastante cómoda con sólo verla, con un almohadón grande y relleno de algodón. Una mesita cerca de lo que parecía ser una pequeña cocina y después había una puerta del mismo color de la pared, exceptuando que su textura era algo más que refinada... Y ni se diga del olor, pues al entrar era bastante cálido, bastante peculiar... Aquel olor a pastel de vainilla...
Algo estaba mal.
Se adentró más, caminando con pequeños saltitos, pues su pie derecho también dolía, si te fijabas bien, podías llamarla en ése momento "María Dolores", porque le dolía casi todo el cuerpo, sin inmutar sus heridas. Como sea, se acercó al sillón y se sentó de un brinco, respingó y dio un grito ahogado al sentir punzante dolor por el rebelde gesto, miró interesada toda la habitación, era una madriguera.
¿Pero cómo? ¿Cuándo? ¿Quién y por qué? Miles de preguntas se le vinieron a la mente, se supone que el lugar en el que estaba, el cual era Infierno Zona 1, era un lugar fúnebre, con dolor, resentimiento y pesar, con aquellos sentimientos oscuros, aquellos seres sin emociones y el ambiente pesado... ¿Por qué de la nada había llegado alguien igual a ella y le salvó? No le cabía en la cabeza.
La joven de lila llegó de la nada, empujando la cortina de cuadros y con un botiquín en las manos. Una aureola apareció arriba de su cabeza y sonrió cálidamente al ver a Sophie sentada en el sillón, quien se estaba quitando el collar.
–¿Por qué me trajiste aquí?
–¿Cómo que por qué? Tu nos salvarás después de todo...
Y se acercó a ella, abriendo el botiquín y sentándose en el piso, cerca de las rodillas de la púrpura que, asustada, se reclinó en el sillón. La joven suspiró y se lamió los labios, sacando unas vendas del botiquín, le sacó una de las botas a Sophie.
–¿A qué te refieres?
–Mira, ¿eres Sophie, cierto? La niña que llegó del futuro.
Reaccionó con un gesto sorprendido, aquella persona le había descubierto.
La joven posó sus níveas manos por la pierna de la niña, quien dio otro respingo y notó que la joven le miraba con sus orbes entrecerradas, titubeó y sonrió nerviosamente.
–Sí... –contestó nerviosa.– Pero, ¿cómo lo sabes?
–Porque te conozco, eres la persona que me salvó en el pasado.
–What? ¿A qué te refieres? Oye, no sé donde estoy, no sé que es lo que está pasando, pero alguien allá en el castillo de Grim me necesita y tengo que ir a por unos amigos o sino...
–Matarán a Bryant.
Y fue cuando se quedó callada, mas bien, sorprendida. La joven le sonrió con una ligera carcajada .
–¿Cómo...?
–No nací ayer, Sophie Joanne... –le inmutó. La de púrpura tragó fuerte y frunció el ceño.– ¿Acaso no sabes los peligros que tiene ir con Áranis y enfrentarla? ¿Acaso te pegaste en la cabeza?
–Como 5 veces.
–Mira, Sophie... –le reclamó la joven.
–No, mira tú... tú... –se quedó confundida y se lamió los labios.– ¿Cómo dices que te llamas?
–Éride... Aporodithe Éride Rise.
–Bueno, Éride: Bryant es mí mejor amigo, no puedo dejarlo atrás, no quiero, es alguien especial para mí, alguien que me apoya por más loca que esté de la cabeza, alguien que siempre ha estado para mí.
–¿Al menos sabes sus sentimientos?
–¿Qué?
–A Bryant le gustas.
Y se quedó seca. No sabía como reaccionar, no sabía si era una broma pesada... ¿Quién era aquella joven para poder decirle tales cosas o para saber su vida sentimental? No era que no le importara lo que había dicho, pero era bastante sospechoso que aquella chica la llevara a ese lugar, intentara quitarle las prendas y tomarla por completo ahí, no era normal.
–No estoy para bromas... –le reclamó, seria.
–No es una broma... Es la realidad.
–Claro que no, somos primos... Además, no te conozco, ¿por qué he de creerte?
–¿Enserio no me conoces?
Éride tomó la mano de Sophie y se levantó de donde estaba, se sentó enseguida de ella y posicionó la mano en su propio pecho, haciendo presión. Fue ahí cuando la púrpura cerró sus ojos y vio una destellante luz que la cegó un poco, miró nuevamente la silueta de su lado y se sorprendió bastante al ver que aquella muchacha que estaba antes, había cambiado radicalmente a un chico, casi un año mayor que ella, se podía ver perfectamente, sus orbes entrecerradas de color miel la miraron fijamente y aquellos pálidos y suaves labios lo hacían lucir bastante atractivo.
–Sophie... –susurró Éride.
Y la joven se quedó muda, con la seriedad en su cara y gesto bastante terrorífico, no podía creer lo que acababa de ver.
–¿¡Éride!? –gritó con un hilillo de voz Sophie, entre asustada y avergonzada por la pose que tenían los dos.– ¡Ya te recordé!
–¿De dónde me conoces, eh?
–Haber... –y se puso a pensar. Éride rodó los ojos divertido y se acercó más a ella.– Ehm...
–Nos conocimos cuando me filtré en el castillo de tu abuela, ¿lo recuerdas?
–¡Sí!
–He estado enamorado de ti desde entonces.
Tal vez había escuchado mal, tal vez estaba drogada o tal vez los golpes le habían sacudido el cerebro... Pero escuchó claramente el "enamorado de ti" y algo en su cabeza explotó. Gritó.
–¿Qué? –preguntó Éride con un tono preocupado, tomándole de la cara.
–¡No puedes estar enamorado de mí! ¡Yo no sé que mierda es el amor! –ésta vez, dijo Sophie asustada.
–Soy un especie de antepasado de Afrodita, te enseñaré lo que sé...~
–¡Espera! ¡¿Por qué hace rato te parecías bastante a mí?! ¡¿Eres un travesti?!
–¿Qué? ¡No! –le reclamó el azabache, levantándose. Ahora, el joven en vez de bata, tenía una tela en su "parte baja" y su pecho desnudo.– Mi nombre Aporodithe viene de "Aphrodite" o Afrodita, como se le conoce a la diosa sexual Griega.
–¿Me estás diciendo que te convertiste en mí para tocarte?
–Nope, me convertí en ti porque me pareces bella.
–¿Entonces sí eres travesti?
–¡Ya te dije que no!
–Nah, a mí no me engañas...
–Ya te dije que estoy enamorado de ti...
Sophie dio un grito ahogado, el joven rió por lo bajo y ella quitó su mano rápidamente de su pecho desnudo, Éride acercó su cara a la de ella y respiró sobre su boca y parte de su mentón, Sophie estaba más que avergonzada y ligeros cosquilleos le recorrían el cuerpo.
Fue cuando el punzante dolor se sintió otra vez.
Respingó y se movió un poco, el chico de cabellera azabache y pelaje blanco la miró preocupado y se sentó nuevamente en el suelo, tomándole el pie.
–¿Dónde te duele exactamente?
–Me duele casi todo, me golpearon como si fuera un costal de patatas.
–Pues eres un costal de patatas muy lindo.
–Me gustan las patatas.
Éride rió por lo dicho y procedió a sobar el pie de la chica, lentamente comenzó a acariciarle la pierna y la miró fijamente. Sophie no sabía que era exactamente lo que el joven quería, y aquella sensación no era ni placentera pero tampoco grotesca, así que no dijo nada.
Sin querer, Éride posó sus manos hacia los muslos de la joven, que volvió a titubear y lo detuvo.
–Woa, ¿qué estás haciendo?
–Tranquilízate, no pasará nada...
Y siguió, Sophie estaba con su mirada relajada, miró el techo y suspiró, Éride le estaba haciendo cosas indecentes y ella lo sabía, era relajante lo que le hacía pero se asustaba de vez en cuando.
Fue cuando se le vino a la mente lo que el azabache le dijo.
Mas se quedó sin decir nada, el joven dejó de tocarla y se lamió los labios níveos que poseía, tomó el botiquín y prosiguió a vendarle el pie a Sophie.
Algo le corcomía por dentro, se sentía pesada.
–Éride... –susurró la joven, y cayó hacia atrás con sus ojos cerrados.
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¡Y aquí terminó! A HUEVOEn finnnn, ya regresé :-D lulMe despido~
Espero les haya gustado nUn, metí a uno de mis OC'S misteriosos (otra vez, FUCK) porque se me dio la gana u v v (cuando no, LOL XD).
En fin, sólo quiero decirles que estoy en Fanfiction.net también! Con la misma historia de Sophie, solamente se le hizo el Re-make (cambié a unos personajes como Esmerald, Stephy y Pau, se podrá notar después~)
Ahora sí, me voy, comenten si les gustó y díganme que tal les pareció, nos vemossshhh!! xDD
REMAKE DE SOPHIE>> Sophie, The Most Beautiful Dead In The World
Me encanto bitches :'DD sigue xD
ResponderEliminarPrimero: fasdhahfgjasfsjkahlfhalgaskjgfasfhlkash *comienza a darel un ataque epileptico por exceso de azucar, romance y cursilerias* aghsfdhgfasgfgasdhaj!!!!
ResponderEliminarLA PARTE DE BLAZE Y SILVER FUE HERMOSO!!
HERMOSO!!
HERMOSO!!
HERMOSO!!
HERMOSO COÑO!!
Segundo: Ooooosssshiiieee!!! Q ue le hacia el a Sophie!!! Imagine muchas cosas!! Jum jum jum jujm!!! Juuumm y ella gozando!! Jum jum!!! Me encanto xD Hehehehe travesti xDDD Yo pensaria lo mismo xD
Ya quiero ver el siguiente capitulo xD